Desde pequeños, en multitud de ocasiones, nos han infundado miedo diciéndonos que debíamos portarnos bien o iríamos al infierno. Un peculiar lugar situado bajo tierra, donde hace mucho calor y que además está regentado por un personaje con cuernos, cola y tridente.
Lejos de eso, con una fe adulta, debemos ser críticos y pensar que pese a que bajo tierra sí que hace mucho calor y hay lava, obviamente no hay nadie esperando a las almas pecadoras con el tridente en la mano. Ya Juan Pablo II cuestionaba la existencia del infierno afirmando que "El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría". Y eso es que si uno acostumbra a hacer el mal, en corto o medio plazo el mal se torna contra él o ¿acaso el egoísta no se queda solo? ¿acaso el mentiroso no recibe mentiras? ¿acaso al ladrón no le roban? Pero el que vive en la verdad se rodea de verdad. Nadie miente al sincero, ni roba al que da. Y es que el resultado de no compartir nuestros talentos con los demás es empezar a vivir el infierno en la misma tierra.
Cuidadoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo que sacar una solo farse de su contexto es muy peligroso
ResponderEliminarQuizás debería debería de haber concretado mejor el título de la entrada "El infierno existe, y al menos, está en la Tierra".
ResponderEliminarAgradezco tus revisiones Saulo